Regaderas 2019
Esculturas
Dimensiones variables
REGADERAS es una instalación escultórica que reconfigura el camión lanza agua, un vehículo emblemático de la represión estatal en contextos de protesta y revuelta social, transformándolo en un objeto doméstico: una regadera de jardín. Este giro simbólico yuxtapone dos imaginarios antagónicos pero igualmente cargados de significado: la maquinaria represiva del poder y el acto cotidiano de cuidado. A través de esta tensión, surge una forma híbrida que desactiva la intimidación inherente al objeto original, abriendo espacio a nuevas interpretaciones.

La obra parte de la observación de un fenómeno global: la creciente criminalización del disenso, la normalización de la violencia institucional y las profundas desigualdades económicas, sociales y políticas que alimentan las protestas. Desde las movilizaciones estudiantiles en América Latina, el movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos, el 15M en España, hasta las recientes revueltas en Irán, Colombia y Chile, las manifestaciones han sido respondidas con dispositivos represivos cada vez más sofisticados. Estos levantamientos son una reacción frente a la opresión, la falta de acceso a servicios básicos, la corrupción gubernamental y la marginación de diversos sectores sociales. En este contexto, el camión lanza agua se convierte en un ícono de la autoridad y la represión, un símbolo que REGADERAS busca subvertir a través del humor y la ironía.

La propuesta no se limita a una réplica del vehículo antidisturbios; reimagina su reverso: esculturas de formas suaves, cotidianas e improbables. Instalada en el espacio expositivo, cada regadera evoca, de manera simultánea, la amenaza y la cotidianeidad, lo policial y lo doméstico. Esta ambigüedad genera un desconcierto deliberado, desdibujando la frontera entre una máquina de control y un simple utensilio casero. Al hacerlo, invita a cuestionar las percepciones automáticas del orden urbano y sus mecanismos de control.

REGADERAS no pretende ser una denuncia directa, sino un desplazamiento del sentido. Su estética, basada en lo común, lo lúdico y lo absurdo, actúa como una estrategia crítica para cuestionar los imaginarios del poder y activar nuevas formas de mirada. La regadera, un objeto sencillo y cotidiano, se convierte en un acto de desobediencia simbólica.

A medio camino entre el arte político y la poesía visual, estas esculturas funcionan como dispositivos de memoria y posibilidad. En un presente saturado de violencia estetizada, REGADERAS propone una intervención que no impone, pero tampoco olvida; que se aleja del enfrentamiento directo para actuar con sutileza, humor e ironía. De este modo, desafía los símbolos del poder reconfigurándolos desde lo cotidiano, invitando a imaginar futuros menos blindados y a reconsiderar las formas de habitar lo público desde lo simbólico.